miércoles, 20 de abril de 2011

Los habitantes del altar


Tú y yo como habitantes de un altar
Velas y cirios adornan, esta, nuestra habitación

Acaloradas tardes de cerilla, ceniza y carbón

Que se hacen y mueren de la misma mano


Mantos asquerosos posan sobre nosotros

Somos demonios en cuerpos de santos

Volátiles oraciones nos rezan y tú y yo mudos, intactos

Bocas de cera seca sin, ya, nada que decir


Creemos en quienes creen en el inicio

Porque el final lo conocemos y es agradable

Ratones que se cagan y se comen la biblia, nos abren

Y salen palabras sueltas cual rosario de pepas blancas


Flores pútridas como nuestro interior

Visitas cortas y largas a nuestros aposentos

Cretinos que no nos dejan amarnos en paz

¡Ojalá tuviéramos alas para así escapar!


Incendios accidentales rodean esta existencia

En vida creen los vivos, en muerte creen los muertos

Animales juegan con nuestros cuerpos

Y les escupimos sus cabronas caras


Novenarios, rezos, credos y plegarias

¡Los usaremos en nuestra contra!

Porque somos habitantes de un altar

Porque somos demonios que saben amar

2 comentarios:

  1. Porqué si sabes quien soy, ¿Por qué no me lo dices?

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  2. Lo de demonios en cuerpos de santos yo lo traduzco a el exceso -no por eso malo- de cualquier sensación que poco a poco te irá quitando el aliento y no importará en lo absoluto porque las ganas de alquilar alas -o por lo menos un avión privado- para salir del señalamiento es lo que lo conduce. A nadie le gusta ser criticado y vaya que los habitantes del altar han sabido demostrarlo. Sigue escupiendo pero poemas como éste.

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