miércoles, 21 de abril de 2010

Pálido y Azul

Mi cama suena y se queja de que desordenas sus sábanas, eres malo para dormir, te mueves y das vueltas. Me quejo yo también de que no me dejas descansar, pero no importa, cuando me despierto aprovecho para verte durmiendo, bonito como un niño. Las cobijas terminan en el suelo y puedo ver todo tu cuerpo, pálido. Tus blancos pies, seguidos de tus piernas y luego mis ojos invaden tu ropa interior azul, azul.

Me dispongo a contar las pecas de tu espalda y como siempre me saludan contentas. La punta de mis dedos recorren el mapa de tu espalda, encontrando rastros de inocencia y gotitas de sudor.

Cuando llego a tu cuello para respirarlo, te volteas, abres los ojos y me besas así en plan de buenos días, estás –como siempre- sonrojado. Yo nunca sé cuando te haces el dormido, siempre me engañas y me gusta.

Al
chico pecoso, sonrojado y de interiores azules.

1 comentario: